Quiero comentar una noticia, que bajo el titular “Deficiencias en la planta de compostaje de Epele agravan la crisis de los residuos” ha sido publicada el 6 de octubre de 2016, en un periódico de Gipuzkoa llamado “Diario Vasco”, de la que os añado el link más abajo. Pero antes de que la leáis, voy a hacer unos comentarios sobre el contexto local, para que podáis interpretarla mejor, sobre todo los que accedéis desde fuera de Gipuzkoa.

La planta de compostaje de Epele tiene una capacidad de tratamiento de 10.000 t/año de biorresiduo de origen exclusivamente urbano. Es por tanto una planta de compostaje industrial de tamaño “pequeño”, poco común en Europa, por el tipo de residuo que trata, la simplicidad del proceso, y la calidad de compost que le aporta la tecnología utilizada.

La Diputación de Gipuzkoa colgó en Youtube, en junio de 2016, un video explicativo sobre la planta:  Enlace video  Youtube

Altair realizó el diseño de la planta y redactó el proyecto en el año 2014. El interés tecnológico del proyecto es indudable. La Ley de Residuos y Suelos Contaminados, de 2011, elimina de su definición de compost, el obtenido en las plantas TMB (Tratamiento Mecánico Biológico) que tratan residuo urbano recogido mezclado (esto se aplica desde hace años en otros países europeos y no tardará en ser un criterio globalizado). En cambio, sí se podrá denominar compost la fracción orgánica de los residuos urbanos recogida de forma separada, tras ser tratada.

Esta modificación de criterio es muy relevante y afecta de forma importantísima a la industria del tratamiento de residuos urbanos. Aproximadamente el 50% de la bolsa tipo de basura urbana mezclada es residuo orgánico, y las salidas a medio plazo de esa ingente cantidad de residuos orgánicos son principalmente dos: el compostaje (de la fracción recogida de forma separada, directamente o tras un proceso de biometanización) o la incineración.

La situación de partida en el mercado español es que la mayor parte de la materia orgánica de los residuos urbanos (92% según datos de 2012) se recoge de forma mezclada, y se deposita en vertederos o se trata en plantas TMB. En las plantas TMB, la materia orgánica contaminada  (con plásticos, vidrio, pequeños materiales heterogéneos, etc) se trata biológicamente. La mayor parte acaba en vertedero, algo en incineración y una pequeña parte se vende, o se intenta vender como “compost” (de ínfima calidad).

Con estas hipótesis, la función a medio plazo de las TMB, con respecto a la materia orgánica, será  aportar combustible a las plantas incineradoras tras el proceso de biosecado.

El compostaje de la Fracción Orgánica de Residuos Urbanos (FORSU o también llamada FORM, o incluso FORU) rompe esta dinámica, sacando el biorresiduo de la corriente a tratar en las TMB reduciendo este flujo de las plantas de incineración. Estos intereses contrapuestos generan tensiones en el sector de la gestión de residuos urbanos.

A este entorno comercial convulso, que es el día a día de cualquier mercado en evolución, se le añaden las implicaciones medioambientales (que las tiene y considerables), y un desmesurado interés de la clase política local por instrumentalizar la gestión técnica de los residuos.

Volviendo a la noticia sobre la planta de compostaje de biorresiduos FORSU de Epele, el artículo del periódico afirma que la planta de compostaje de Epele no se pone en marcha por problemas técnicos. Damos por hecho que estos problemas técnicos no están relacionados con el diseño de ingeniería de la planta, ya que no nos han facilitado el “exhaustivo informe técnico” que describe las incidencias durante la puesta en marcha de la planta.

El artículo describe una serie de problemas (una electroválvula de riego, transmisión vía radio de unas sondas de temperatura, cuadro de riego y ventiladores de maduración de 1,2 kW), que son banales y habituales en la puesta en marcha de cualquier instalación industrial, y que desde luego no justifican el retraso acumulado desde la recepción provisional del 24 de febrero de 2016.

Otra causa, aducida por el artículo, para el retraso en la puesta en marcha de la instalación es la obtención del registro de producto fertilizante. Según el Ministerio (MAGRAMA) el plazo de tramitación es de 3 meses y con la instalación en pruebas al 50% ya se podía haber empezado a tramitar hace meses.

El enfoque que el redactor ha hecho de la noticia del retraso de la puesta en marcha, lejos de proporcionar información objetiva y contrastada, confunde a la ciudadanía y desprestigia gratuitamente su trabajo periodístico y el de técnicos y empresas, que forman parte del tejido económico guipuzcoano, que han intervenido en este proyecto.

Ahora lean la noticia y saquen sus propias conclusiones

Noticia Diario vasco: Deficiencias en la planta de compostaje de Epele agravan la crisis de los residuos

Iñigo Irigoyen

Ingeniero Industrial