La sociedad actual  demanda  productos cada vez más personalizados, de mayor calidad, con  precios ajustados  y que lleguen al usuario en el menor tiempo posible.

Dar respuesta a esta demanda requiere de procesos de producción industrial ágiles y focalizados en los clientes, en vez de en los productos.

Esta realidad, nos sitúa en un nuevo marco social y económico que modificará a corto plazo nuestros hábitos de consumo y producirá cambios considerables en  la productividad, la energía y la formación de las personas.

La personalización de los productos, desplazará en breve a la producción en masa. Las fábricas pasaran  «de hacer un millón de una cosa, a hacer un millón de muchas cosas”.  Por lo que sin lugar a dudas, solo aquellas industrias que incorporen  la digitalización y la automatización de las unidades productivas serán capaces de responder a estas nuevas condiciones del mercado.

Este tipo de producción dará lugar a lo que se  denomina “fabricación avanzada”, donde los  nuevos procesos productivos, utilizarán tecnologías basadas en el Big Data, el “Internet de las Cosas“, la realidad aumentada, los sistemas “ciber-físicos” o la robótica colaborativa.

El papel de las personas será fundamental para orquestar esta “fabricación avanzada”,  ya que basándose en el flujo de datos que proporcionen las máquinas, darán soporte a todo lo relacionado  con las mejoras de procesos, la innovación, la creatividad y el liderazgo; funciones donde las personas son insustituibles.

Ante este escenario, podemos  afirmar que la “fabricación avanzada” requerirá de lugares flexibles, y reconfigurables dónde el factor temporal es clave para diferenciar los dos tipos espacios que coexistirán  dentro de las fábricas:

  • espacios mono-funcionales (con usos y configuraciones que prácticamente no varían a lo largo del tiempo)
  • espacios multi-funcionales (con capacidad de absorber distintos usos y configuraciones a lo largo de su vida útil)

Será por tanto fundamental establecer las necesidades espaciales con una estrategia que mire tanto a corto como a  medio y largo plazo, lo que quiere decir que su diseño tendrá que abordar el ciclo de vida completo, y no solo el uso previsible en su primera implantación.

Las fábricas deberán estar diseñadas para el cambio y el crecimiento.

Así mismo, las nuevas fábricas deberán ser espacios catalizadores de las relaciones entre las personas, promocionando el desarrollo, la creación, la evolución de los procesos y en definitiva impulsando al conjunto de la sociedad y al medio que los rodea.

Por todo ello, es lógico pensar que para facilitar el flujo de ideas/conocimiento los espacios de trabajo, además de saludables y agradables,   deberán  ser capaces de adaptarse y de evolucionar al ritmo de las personas.

El diseño de fábricas que permite esta capacidad para el  cambio y el crecimiento, se basa en las siguientes estrategias:

  • Centrar la atención en las necesidades del cliente, y estudiar la capacidad de adaptación a las necesidades de producción cambiantes.
  • Definir el alcance de la capacidad de adaptación (por ejemplo podría ser una planta de fabricación totalmente flexible, capaz de configurarse rápidamente y en cualquier momento )
  • Seleccionar las características técnicas que permitan el nivel de adaptabilidad definido (estructura de grandes luces, envolventes flexibles, instalaciones vistas, espacios diáfanos, minimización de particiones,…)
  • Disponer de una adecuada cuadrícula estructural que simplifique las labores de cambio y crecimiento.
  • Contar con un alto grado de estandarización, que permita la repetición y reutilización de componentes.
  • Utilizar materiales fácilmente disponibles, de fácil puesta en obra, fácil mantenimiento, y trabados mediante técnicas de sencilla ejecución.
  • Implantar las instalaciones de servicio con un fácil acceso, que facilite la sustitución, el mantenimiento y la actualización.

En definitiva, los edificios que demanda la fabricación avanzada, lejos de convertirse únicamente en declaraciones estéticas, visuales y teóricas, deben ser instrumentos al servicio de las personas y sus actividades.

 Por último queremos terminar citando a Venturi-Scott Brown cuya reflexión nos sirve para ilustrar de manera muy gráfica el concepto de adaptabilidad que deben buscar los edificios en general y los de la industria avanzada en particular.

“Al guante se le da una forma para albergar cada dedo, y los guantes se clasifican por tallas. La manopla limita el movimiento de la mano para aferrar, pero deja en su interior espacio para que los dedos se muevan y puede quedarle bien a un amplio rango de tamaños de manos.

¿Los edificios no deberían ser diseñados como manoplas, más que como guantes, con el fin de solucionar las definiciones genéricas de su función en lugar de las específicas?

…En muchos proyectos, el sacrificar la adhesión a algunas especificaciones del programa original puede ser incluso mejor para la flexibilidad que pueda ofrecer a futuro.”                                (1)

guante

Javier Echepare 

Jefe de proyectos en Altair Ingeniería & Arquitectura

 

 

 

 

(1) Venturi, Robert; Scott Brown, Denise (2004)  Arquitectura como Señales y Sistemas . Cambridge: Harvard University Press. p 153

Imagen de portada cortesía de Pöppelmann